20/7/08

Guerra civil mediática

La información decía claramente:
“La morgue judicial podría colapsar por la sobrecarga de cadáveres ... se pide a los fiscales que aceleren los procesos de entrega de los cuerpos a los familiares de los difuntos… Y se deben arbitrar los medios necesarios para solicitar a los magistrados que corresponda la agilización en la entrega de cadáveres a sus familiares o al caso, estimular las solicitudes de los trámites de inhumación por vía administrativa en la medida que ello resulte procedente… Para los casos en que se ncuentren pendientes exámenes toxicológicos, histopatológicos o de otra índole se sugiere solicitar a las autoridades correspondientes de la Morgue Judicial la reserva de aquellos elementos pendiente de peritación para su debida conservación".
Era un pedido del procurador general de la Nación, Esteban Righi a sus subordinados del sistema judicial. Pero podría aplicarse a esta suerte de este regreso sin gloria que estamos intentando después de 120 días de lo que podríamos llamar la primera guerra civil mediática de la Argentina.
Todos enfrentados, todos heridos, todos magullados. Y varios, al parecer, esperando que vayan a recogerlo sus deudos. La sinrazón suele provocar guerras. Y los medios de comunicación se convirtieron en el lugar donde se libran todas las batallas. O las dialécticas. Lugar donde se miden fuerzas; balanza que, al fin, es capaz de quebrar más voluntades de las supuestas.
Frases tales como: "¡Pelotudo!, hay cinco millones de tipos mirando la televisión... Nos está mirando todo el país" dicho a los gritos por el senador Pichetto, jefe de la bancada oficialista, en medio del debate parlamentario, no es poca cosa.
Así fue como la tevé calentaba desde temprano con el resultado: "37 a 35. Ganó el Gobierno", un desatino nada inocente, creo, capaz de crispar los ánimos para preparar la estocada final, esa que podría haber ocurrido si, efectivamente, la historia terminaba de esa manera. Y ni qué hablar del involuntario suspense que le dio el vicepresidente Julio Cobos a su voto, cuando ya nadie dormía en ninguna de las trincheras.
Los mensajes de texto y las cadenas de emails convocando a cacerolazos, los blogs a favor de uno u otro bando, los diarios y sus escribas, las radios y sus opinadores de turno... "¿Estamos ganando?". Son algunas de las nuevas formas en las que nos expresamos y enfrentamos.
De todo esto estamos retornando.
Y como siempre decimos desde acá, esto, tampoco resiste un archivo!

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